


Me detuve en las fotos de Alepo, una hermosa ciudad presidida por
una imponente y extraordinaria fortaleza del tiempo de los Templarios.
He seguido las noticias desde que empezó la guerra en
Siria, y he visto imágenes de esta ciudad, ahora destruida. Un montón de piedras,
ruina por todas partes, gente vagando entre escombros. Por más que intento
compenderlo no me entra en la cabeza que aquellos lugares por los que paseé,
disfruté y me llenaron de asombro hayan sido pasto de la brutalidad de una
guerra sin cuartel. El régimen dictatorial que gobierna Siria no está dispuesto
a ceder aunque acabe con las gentes y los vestigios de una sociedad milenaria.
Quedamos en volver... pero, hoy por hoy, no nos queda ni la ilusión...
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